La creación del mundo

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LA CREACIÓN DEL MUNDO - EL NACIMIENTO DE TLALLI

En el principio, no había nada más que el vacío y el silencio. La oscuridad era absoluta, pero una tenue y lejana melodía comenzó a resonar, emanada desde un pequeño y único punto de luz. La melodía cobraba fuerza y con ella llegaron destellos y listones luminosos, emanaciones del FULGOR mismo, que comenzaron a expandirse y con ello el vacío dejó de ser.

Desde las profundidades del cosmos, aquella melodía que traía consigo la existencia, era entonada por EL CORO DE AETERION, un conjunto de antiguos dioses cósmicos, seres de inmenso poder y belleza. Dotados de LA INSPIRACIÓN, cantaron una canción que sacudió los cimientos mismos de la realidad, y de esa canción nació el universo.

El coro celestial continuó su entonación, tejiendo con sus melodías al universo mismo. Crearon galaxias, estrellas y planetas, y le dieron a cada uno una canción única que resonó a través de la vasta extensión del espacio.

Mientras cantaban, el coro de dioses celestiales creó así el sistema solar, con el sol en el centro y los planetas orbitando a su alrededor. Le dieron a cada planeta su propia melodía y los imbuyeron con el poder de sustentar las esencias de LA INSPIRACIÓN.

Y fue así, que los dioses dirigieron su atención a uno de los nuevos mundos. Cantaron una especial canción, llena de brillo y poder, y de esa canción nació TLALLI.

Pero los dioses cósmicos no se detuvieron ahí. Sabían que el planeta necesitaría protectores, guardianes para mantener el equilibrio y el resonar de la melodía. Y así, crearon a los espíritus elementales, seres hechos de los mismos elementos de la Tierra misma. Como primera encomienda, los espíritus elementales llenaron al planeta con océanos y montañas, bosques y desiertos, y le dieron el poder de sustentar una miríada de formas de vida.

A los espíritus elementales se les concedió el título de SENESCALES DE TLALLI, encargados de proteger aquel mundo y a su canción. Se les otorgaron poderes únicos, y cada uno se encargó de custodiar un aspecto específico de la naturaleza, desde los vientos y las tormentas hasta los bosques y los mares.

Y así, EL CORO DE AETERION, continuó su viaje entonando sus melodías, sus canciones resonando por todo el universo y más allá. Habían creado algo verdaderamente magnífico y sabían que continuaría prosperando y resonando durante los eones venideros.